Menor que amaneció en escuela de Villa Mella podría desarrollar fobias

Yobaris Ramírez, de 10 años de edad, conoció el lado oscuro y la soledad de la escuela básica María Auxiliadora, en Villa Mella, al permanecer encerrado en el centro por unas 12 horas. Allí, donde cursa el tercer grado, amaneció la madrugada del miércoles y hoy pueden ser muchas las consecuencias negativas que se pueden desarrollar en este menor. 

Ese recinto educativo, que hasta el lunes quizá era un espacio para estudiar, socializar y compartir, se convirtió en la morada del menor tras ser castigado por mala conducta por la orientadora de la escuela. 
Aunque la directora de la escuela alega que el preadolescente había presentado una mala conducta, no existe una justificación para que este menor se haya quedado encerrado sin que nadie supervisara, antes de cerrar las puertas del recinto, ni que la maestra responsable del castigo se percatara d si el alumno  ya había salido de la oficina en la que fue dejado cuando se castigó. 
Cuando un niño comete una acción indebida en la escuela se le implementa un castigo con el fin de modificar su conducta. Sin embargo, las sanciones que se deben aplicar no pueden ir contra la integridad física ni emocional del menor. 
“Los métodos de modificación de conducta (castigos) deben hacer suprimiendo algo que le guste al niño en proporción a la edad. Por ejemplo, por debajo de los 10 años, usualmente, se le debe quitar el recreo, pero nunca nada que vaya contra la integridad del niño: quitarle el alimento, la ropa ni maltratarlo físicamente”, expresa la terapeuta familiar Olga María Renville. 
Según la especialista, un menor que vive este tipo de situaciones puede desarrollar fobias y miedos a la oscuridad, a la soledad, a ser abandonado y a los espacios cerrados, emociones que pueden generar conductas negativas en su formación como adulto y su desempeño en la vida.
Para Renville,  este castigo no formaría parte de una acción para modificar una conducta, “esto entraría en el maltrato o abuso infantil, porque se le suprimió una de las necesidades básicas como es la alimentación, la socialización y el hecho de que el niño no pudo expresar sus necesidades en un momento determinado”.
Posición del ministerio de Educación 
Aunque en el Ministerio de Educación no le facilitaron a listindiario.com la información sobre cuáles son los tipos de castigos que se estipulan para un alumno que comete una conducta indebida, porque, según nos informó,  “la persona encargada del departamento de Orientación Académica está fuera del país y un subalterno no puede facilitar esos datos”, el director del departamento de Comunicación de la entidad, José Miguel Carrión, dijo que están investigando las circunstancias en las que ocurrió el hecho y, en caso de encontrarse culpabilidad en la maestra responsable, se tomarán las medidas pertinentes. 

“El ministerio de Educación respeta a carta cabal la Ley de los Niños, Niñas y Adolescentes, y bajo ninguna circunstancia podemos nosotros permitir que ningún director, sea de escuela, distrital o regional cometa ningún tipo de abuso contra ningún niño, adolescentes o ningún ser desvalido”, dijo para fijar la posición del ministerio ante el hecho. 
Añadió que el ministerio califica el acto “como un hecho salvaje, como un despropósito y como una situación que no debió bajo ninguna circunstancia haberse cometido”. 
Además recordó que se trata de un niño de 10 años y estos no son los mecanismos que deben utilizarse para corregir a un infante. 
Necesidades del menor 
Mientras las investigaciones de Educación avanzan, Ramírez necesita de mucha ayuda por parte de su familia y especialistas. 

Así lo considera Renville, quien asegura que el menor necesita recibir ayuda sicológica porque, por lo general, este tipo de castigo trae traumas. 
“Es un preadolescente y necesita una intervención terapéutica para ver qué tan traumatizado está. Debe ser observado y recibir un seguimiento durante los próximos meses incluso hasta años para ver si no desencadena una especie de trastorno que pueda afectar su conducta”, señala. 
La experta sostiene que de ahora en adelante el menor puede tener pesadillas y rechazar la escuela por temor a que le vuelva a ocurrir esta situación. 
Recomienda a los padres hablar con el menor y garantizar que este tipo de situaciones no se vuelvan a repetir, porque es un maltrato y un abuso infantil. “Ni si quiera los progenitores, deben someter a un niño a este tipo de maltrato”. 
Advierte que la observación es importante porque en muchas ocasiones los niños no registran un evento inmediatamente sucede y con el paso del tiempo presenta la conducta desorganizada. 
La escuela es el espacio en el que los niños, niñas y adolescentes frecuentan para crecer intelectualmente, socializar y adaptarse al medio que le rodea, y que sea el segundo hogar no significa que sea el espacio idóneo para que un menor amanezca por ninguna razón.

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